viernes, 27 de marzo de 2009

LA ESQUINA


LA ESQUINA 



Hoy pasé por la esquina 

donde solías esperarme. 

Fue raro no verte, 

con las manos en los bolsillos 

de tus jeans gastados 

y los hombros alzados en gesto indolente. 

Fue raro que no me vieras, 

corriendo siempre, 

con mi bolso cargado de libros 

y papeles inútiles, 

perdiendo llaves, teléfonos y tubos de maquillaje,

fumando, tosiendo,

mascando chiclets  con sabor a frutilla,

llegando siempre tarde.

Es raro que los lugares permanezcan 

cuando los amores parten, 

y que las calles se empeñen en repetirse: 

los mismos cafés con mesas en las veredas 

entorpeciendo el paso, 

los mismos árboles y las mismas baldosas, 

los mismos puestos de flores, 

los mismos perros de ojos acuosos y colas vehementes. 



Nada cambió en la esquina del encuentro. 

La plaza sigue intacta 

y hay palomas inmunes al olvido 

sobrevolando el sopor de la mañana. 

Es raro que los lugares conserven su pulso, 

su latido vital, su presencia, 

cuando las historias han muerto. 

Fue raro no verte. 

Fue raro que no me vieras. 

Fue raro que nadie me abrazara, 

y yo no perdiera mis llaves, 

y  no perdiera mi boca 

en un beso furtivo. 





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