lunes, 4 de agosto de 2008

ORACIÓN POR JOHN


 

ORACIÓN POR JOHN

  ¡Cristo! Sabes que no es nada fácil
Ya ves lo difícil que puede llegar a ser
Tal y como van las cosas
Acabarán crucificándome
John Lennon

 

Bendito seas dondequiera que estés.



Bendita sea tu voz,

arco iris de terciopelo desplegado

desde un hipnótico cielo con diamantes,

el cielo que arañaba tu garganta prodigiosa;

tus cuerdas vocales, cordones de plata

que amarraban el alma de los hombres

a las alas del gozo

cuando el invierno cortaba sueños

con su dureza de hielo.



Bendita sea tu radiante imperfección.

Benditos, tus ojos miopes y tu nariz alada,

tu clamor en el desierto

y tus saltos al vacío,

cada una de tus pequeñas contradicciones.

Tu zodíaco particular de animales remotos

y soles fragmentados.

 Y esa risa extendida sobre la fisonomía perpleja

de un mundo incongruente

con el estudiado sigilo

de un mazo de Tarot:

el Loco le descose las mariposas

al ruedo del verano,

el Mago trasiega ángeles de un pentagrama a otro,

el Diablo te hace un guiño

y la Muerte espera.



Bendita sea la torpeza de tus pies

encasillada

en un onírico vals de boda.

Benditos, tus misterios apenas vislumbrados,

tus gafas prometedoras

como espejos de Lewis Carrol,

tu bruja japonesa arropando

la indeleble desnudez del huérfano.

Tu acero y tu cristal,

tus frutillas,

tus panes horneados en el Dakota.



Bendito seas dondequiera que estés.

Las balas pueden

asesinar el aire,

ensañarse con la carne aminorada,

quebrar el delgado crepúsculo de la sangre,

solventar el bramido en cuyo ángulo

se entreteje la ausencia.

Pero la belleza es eterna.

 
 
Bendito seas dondequiera que estés.
 
 
 
Bendito seas quienquiera que seas
 
escuchándolo ahora.
 
 

Arte: John Lennon, Bob Gruen




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