sábado, 1 de mayo de 2010

CAPERUCITA ROJA, CON LOBO Y SIN ABUELA


CAPERUCITA ROJA, CON LOBO Y SIN ABUELA



Salto desde mi capa roja 

a la desnudez más perfecta.



El cuerpo avanza 

abriéndose paso entre la humedad anticipada 

de la lengua que sabrá lamerme mejor. 

Un lentísimo olor verde 

-el brutal olor de las ramas que se quiebran 

bajo el peso de una espalda inadvertida 

atenazada por el espasmo en ciernes- 

dilata las fosas nasales 

de la bestia que expectante. 



En esta canastita llevo un sexo dulce 

que comienza 

donde esa bestia quiera: 

en mi cintura nupcial encasquetada 

en el color del bosque, 

en mis ojos de presa predadora, 

en los íntimos reclamos de los pequeños dedos 

de estos pies que no cesan. 

Un sexo interminable que agucé 

con turbulentos pájaros azules; 

un sexo goloso que me invento 

para comerlo mejor.



(Desechemos esta vez a la abuelita: 

la abuelita es una excusa, 

un subterfugio más que prescindible).



Salto desde mi capa roja 

a la desnudez más perfecta. 

Y me dejo puesta esta carne que canta, 

mientras avanzo 

hacia encuentro del hombre que me espera. 

El hombre que aúlla 

y no sabrá que es lobo 

si no llego. 



Arte: Natalie Shau



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