jueves, 31 de enero de 2013

MYRA


MYRA

“su cabellera es una trampa
que habla en voz baja”
Henri Pastoureau 




Bailaba con las canciones de Los Beatles.

La pollera corta.

Las botas de hule blancas.

El pelo cardado.

Rubio a la fuerza.

Myra Hindley.

Myra Hess entre las piernas del monstruo.

La miseria como calendario.

Las manos como bestias lascivas.

Diez tentáculos rasgando el sudor de la noche.

Diez tentáculos transformados en cristales oscuros.



¿Hubo algo humano en su impaciencia de verdugo?

¿Hubo algún hilo de tragedia común

emparentándola

con los niños muertos?



El olvido es un telón efímero.

La serpiente inglesa flota

sobre la pradera de Saddleworth.

Un cigarrillo eterno cuelga de su boca.

Los brazos de un ahogado se agitan

en sus ojos de búho.



Cualquier día es el día siguiente

si estás muerta.




Myra Hindley fue una asesina en serie británica, cómplice en los asesinatos llevados a cabo por su novio Ian Brady  entre julio de 1963 y octubre de 1968, alrededor de la zona hoy conocida como Gran Manchester, Inglaterra. Las víctimas fueron cinco niños con edades comprendidas entre los 10 y los 17 años. Fue condenada a cadena perpetua junto con su pareja el 6 de mayo de 1966. El 15 de noviembre de 2002 murió en prisión de una infección pulmonar.



Arte: "Myra Hindley", Justin Myers 

sábado, 26 de enero de 2013

ROSA


ROSA

I

Me miro las manos y veo algo más que dos amapolas ajadas imbuidas de viento. Veo edenes  ilegítimos y un destino de pájaro.


II 

Un rumor de soles rompiéndose en la garganta del día. El lenguaje. Hilos de seda esgrimiendo mis poemas como si fueran marionetas de luz.


III 

Rosa el paladar, casi incorrecto. Rosa la parábola del celo.
Mastico sus dulzuras sin prisa, sin pausa.
Teatralmente, lo involucro en mis sueños.


IV 

La profecía caliente de su cuerpo me delata. Bebo sus follajes secretos. Como quien no quiere la cosa, pero la quiere. Como quien se asoma, primitivamente, al estallido.


V

Recuerdo desclavado del martirio. Mis llagas expuestas. Carne de cordero sacrificado al conjuro de la niebla. Ninguna cruz alcanza para desatar nuestras sombras. El madero huele a lirios prematuros.


VI

El monólogo del cuerpo hilvana su elenco de acuarelas. Extraviada en la ruta de la piel, la llama tiembla.


VII 

Diente caníbal que desgarra el labio que se ofrenda. Saliva suturando la ferocidad del beso. En tierras ajenas crecen flores extrañas.


VIII 

La hora definida donde cesa el color de la búsqueda.  Un jardín para armar, una lámpara ingenua, un puzzle de avecillas pequeñas.


IX 

Abrigar lo poco que tuvimos, trazar el rubor de tus pinceles, pactar lo mucho que nos queda.


X 

Rosa sobre rosa, el alba se abre camino entre las piernas del cielo. De pronto, el horizonte.
Como si nada.



Arte: "Goddess in Pink", Nina Kuriloff



martes, 22 de enero de 2013

MAMÁ


MAMÁ



Fue una noche de verano,

hace algunos años.

Mis ojos se escurrieron

por una ventana inexplicable

-una de esas ventanas que elegimos

cuando nos toca elegir entre morir y no morir-

y la vi.

Una muchacha joven,

delgada,

con una cara clásicamente bella

-no tenía mis rasgos enérgicos,

mi nariz concluyente,

mi boca huracanada:

era suave como un pez azul,

acogedora como el idioma del agua-.


  
Llevaba puesto

un vestido barato

y su cuerpo estaba vivo

debajo de ese vestido.

Rotundamente vivo.


  
La reconocí enseguida.

Supe quién era,

supe qué hacía allí:

lo estaba esperando.

Él también estaba rotundamente vivo

el alguna parte

y sobre los dos

gravitaba un sueño.



Quise subirme a las palabras

y llamarla,

decirle quién era,

contarle todo lo que había pasado

en su vida

y en la mía,

extenderme

en la tierra fragante de sus brazos.


  
Pero me contuve.


  
Ninguna muchacha debería conocer,

de antemano,

el destino de sus lágrimas.



  
Mención Especial Certamen Literario Nacional "Ciudad de Olavarría", Biblioteca Popular Crucero General Belgrano, Asociación Latinoamericana de Poetas, Escritores y Artistas y Comité Olavarría UCR, Olavarría, Bs. As. (2012)



domingo, 20 de enero de 2013

LA RUTA DEL BESO


LA RUTA DEL BESO



 Labios como lobos

desgarran

la ruta del beso.

Labios como amapolas

se reparten

en pequeños aullidos fosforescentes,

en soles de saliva

-manchas rojas en el camino del espejo,

huesos  hechos de pétalos y sangre

desangrada en la médula-.



De noche

el beso tiembla en la cornisa del viento.

Hasta la garganta lo bajan

las palabras feroces,

los cuerpos húmedos de pan y leche,

los pájaros que se astillan en sombras.



De día

el beso se hamaca en el friso del poema.

Lo apalabran los lagartos

que bullen en la arena,

los animales recíprocos,

las bestias perfumadas de almizcle.



Labios como uñas

rasgan

la seda del deseo.

Entonces la boca sobrevuela

la dulce infección de los frutos consumados.

Y se decide brújula

para señalar el olor de  la tierra.





2º Premio Poesía Concurso Literario Asociación Literaria “Nosotras”, Rosario, Santa Fe (2012)


jueves, 17 de enero de 2013

ESO QUE LLAMÁBAMOS AMOR


ESO QUE LLAMÁBAMOS AMOR


Arrastrabas

con tu paso cansino

la parafernalia de los milagros

y yo te masturbaba con poemas soeces

tallados con celo infinito

en mis huesos de papel de arroz.

Nos buscábamos,

algunas veces,

en los párpados arrinconados del sueño:

me encontrabas boca abajo

mordiendo una almohada de sangre y sudores

y yo te veía siempre de espaldas

huyendo por el largo pasillo

que crecía detrás de mis ojos desguazados.

Cada tanto

te abría mi cuerpo de reina suicida

para que encajaras en él

la cadencia de tu aullido.

A eso llamábamos amor.



Pero un día dejaste caer la máscara,

los besos se extinguieron

y ya no hubo voluntad de abrazo.

Alguien me susurró al oído

que los milagros también tienen

su fecha de clausura

y yo supe

que eso que llamábamos amor

sólo era una culpa maquillada:

la culpa de no poder,

no saber,

no querer

derrocar la ceguera de la noche,

mirarnos reales e imperfectos,

doblegar el ocaso

y ser felices.






martes, 15 de enero de 2013

AMARILLO



AMARILLO


I

Soy cuerpo. El cuerpo. Desde la afable cascada de mi nuca desciende un reguero de flores pequeñas que desbaratan restricciones.
Soy  cuerpo. El cuerpo. La sed.


II 

Este rostro. Objeto para amar y desamar. Objeto para armar y desarmar. Encastro una boca excedida en un alero labrado con palomas sutiles. Los ojos son el preámbulo del día.

  
III 

Un salto. Desde tu mano a tu ingle. Una melodía inexorable rasgándose en mis cuerdas. Lo húmedo desciende.


IV

Hasta que esta desnudez feroz que conspira en la punta de tus dedos cante como un pájaro iniciado en el viento. Hasta que el pájaro descifre el grimorio lúbrico de la primavera.


V

Un ramo con todas mis voces. Una novia de agua y un umbral donde la luna olvidó sus escarpines de luz.


VI

En el palacio de la memoria, el grito resolviendo la incursión de tu espasmo en mis abismos. En el dorado palacio de la memoria, una flor, juez y parte del estallido militante de la savia.


VII

Greda animal. Hebras de sol suturando la herida de la bestia salada que se arrastra en la arena. Elijo amarte y hago equilibrio sobre el tallo indulgente de una rosa amarilla.


VIII

Este buscarte en los cuadrantes de todos los relojes, masticando el corazón del tiempo.
Este encontrarte en el hambre de una jauría que asciende por la inocencia vertical de mis piernas y se duerme en mi sexo hasta el próximo asalto.


IX 

Cantando desde el límite del vino. Devorando tu carne como a una cena fría.


X 

Soy cuerpo, sí. Un cuerpo caliente donde el verano encaja hilos aturdidos de miel. Las abejas me comen y me beben. Tu boca es la reina.


  

Arte: "Yellow Nude", Ioan Popei



jueves, 10 de enero de 2013

ÉL


ÉL



Él pasó entre mis piernas. 

Él descorrió las ajadas cortinas de mi corazón 

y recogió 

con su boca de arena 

mis islas cautelosas y las piedras de mis costados. 

Apadrinó mi ternura, 

cayó 

como una moneda gozosa 

en la húmeda ranura de mi cuerpo. 



Él desangró los soles, 

desvalijó todos los juramentos. 

Él me empujó fuera 

del nido anterior, del nido antiguo, 

estranguló mis voces 

con las hebras de una golondrina  hecha  espera. 



No quiero morir sin explicar 

este rojo escozor, 

este camino extraviado 

en el  narcótico olor de una amapola. 



Él fue la droga fumada en silencio 

al costado del abismo, 

la niebla verde que enturbió mi ojo 

hasta deshacerlo en llanto. 



Un hocico de sombra 

se deslizó como un presagio helado 

por mi espinazo 

cuando él dobló mi rostro prolijamente 

y lo ocultó como un pecado breve 

debajo de la lengua de los campanarios. 



Él ofreció mi cabeza

a un golpe de viento. 

Él dibujó una cruz de saliva 

en el círculo perfecto de mi ombligo. 

Agravió la alfombra de mi cuerpo 

extendida a sus pies. 

Él fue el aliento delirante, 

la canción inconclusa, 

la mano que desató la hoguera. 



No quiero morir sin explicar 

esta rojo terror, 

este dolor de evocarlo 

rodeado de mis poemas, 

de estas pequeñas bestias cenicientas 

que le lamen las manos. 

Rodeado de mis palabras. 


Sin mí.






martes, 8 de enero de 2013

POEMA XIX ("ASÍ TE AMO")


POEMA XIX ("ASÍ TE AMO")



Trepando por las hebras nocturnas de mi pelo

tu boca engendra

un remolino de mariposas profanas,

pequeñas mariposas de saliva y silencio,

y los embates de mis caderas quiebran tus muros,

las ásperas fortalezas que circundan

tu corazón sorprendido,

tu pulso que asciende como un grito

sobre la blancura resignada de unas sábanas ajenas.

Es entonces cuando yo suelto mis pájaros

y la belleza te atrapa.



Arte: "The kiss", Benjamin Casiano

2º Mención Honrosa “III Concurso Internacional de Poesía Atiniense 2012”, Atina Argentina, Ciudad de Bs. As. (2012)



miércoles, 2 de enero de 2013

CHIQUITO

 
CHIQUITO 
“No quedes silenciosa si muero primero,
párpados azules oxidados
dientes luminosos
como mi mojado deseo de agua.”
Francis Picabia



El grito no alcanza,

siquiera,

para que descarrilen los trenes.

Para que el agua se trague todo.

Para que el sol se canse.



Mis manos han envejecido tanto

desde el último septiembre.

Tocan cosas que no están.

Tocan tu carne incompleta.

Buscan papeles amarillos de nostalgia,

palabras con los labios amputados.

Mendrugos de infancia.

“…Ahora que me acuerdo

me tenés que seguir contando la película de Drácula...”

“…Qué lindo. Dentro de 47 días cumplís 15 años

y yo dentro de 93 días cumplo 12 años,

pero no vamos a comparar tus 15 con mis 12...”

“…Mamá quiere macetas para colgar

y se las compramos en la feria…”

“…La cortamos. Escribime una carta vos también…”




Chiquito.



¿Cuándo dejé de ser la hermana mayor

y me convertí en la que no pudo salvarte?



¿Cuánta carne hace falta

para llenar el ataúd del cielo?




Arte: "Brother and Sister", Sophie McKay Knight
Del poemario "Hermano", El Mensú Ediciones, 2011